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Llevo años bajando a la provincia de Cádiz a pasar mis vacaciones, provincia que me ha cautivado por su luz,  su gastronomía,  su naturaleza y esas playas infinitas que parecen no acabar nunca.

Tanto la costa como el interior de la provincia de Cádiz tiene mucho encanto  y mucho que visitar. Hoy comienzo el día en  Barbate, en su mercado de abastos, ese corazón marinero donde todo huele a vida.

Es un lugar emblemático  y singular situado en el centro de la ciudad rodeado de numerosas cafeterías, donde sentarse a tomar un café mañanero, se convierte en un ritual. El rumor de los pescaderos, el tintinear de los vasos, las voces que se cruzan sin prisa envuelven el ambiente. Y,  ahí, en una esquina, aparece esa figura entrañable: el lugareño desdentado con la piel curtida por el salitre, cigarro en mano, apoyado con calma mientras charla con sus paisanos. En su forma de estar encierra una sabiduría que ninguna universidad enseña…

Este café, en medio de todo eso, me sabe distinto, sabe a pueblo, a auténtico, sabe a alma de Barbate.

Con el atún de almadraba recién cortado, no hay nada mejor que dejarse llevar por el laberinto de calles estrechas y empedradas de Vejer de la Frontera. Cada rincón respira paz, cada esquina guarda un misterio. Y cada año vuelvo, solo para sentir de nuevo su alma árabe.

Cada calle guarda una historia, patios escondidos, llenos de coloridos geranios, arcos que te transportan directamente a su herencia andalusí  y una no puede evitar imaginar cómo el pueblo se vestía de gala ante la visita de un gran señor, con ricas telas doradas, espada en mano y un halcón exótico apoyado sobre su hombro.

 

Lo sientes como un lugar donde el alma respira hondo, donde el pasado y el presente conectan de forma armoniosa y que ha sabido adaptarse para convertirse en una de los pueblos más visitados de Cádiz sin perder su esencia y su ser.

Y al caer la noche, nada como dejarse envolver por el Restaurante El Jardín del Califa, www.jardindelcalifa.com , un rincón que respira historia, que perfuma el aire con aromas exóticos y sabores que parecen sacados de Las mil y una noches. Allí, entre luces suaves y murmullos, una siente que el lugar conoce tu día y te regala la calma que estabas buscando.

No ha sido un día de mercado, de paseo o de cena. Ha sido un recorrido por el interior de la tierra y de sus gentes, un abrazo entre lo marinero y lo andalusí, entre la raíz y el ensueño.

Ven a Cadiz. Déjate llevar por su luz, su historia y su gente. Y cuando te vayas…sabrás que una parte de ti se queda aquí…