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LA  DAMA

Sister Parish fue la última de las grandes decoradoras de Estados Unidos, y posiblemente, ella fue la más grande de todas. Su collar de perlas, su blanca melena y su apodo familiar, sus hermanos le llamaban Sister, le daban un aire monjil.

Después de todo, Parish originó el estilo de campo americano, uno de los estilos decorativos más duraderos del último medio siglo. Consiguió mezclar el estilo inglés y francés, sillas y mesas pintadas, sofás mullidos y paredes adornadas con cuadros de perros y grabados botánicos.

EL ESTILO DE CAMPO AMERICANO

 Sus habitaciones evocan calidez y carácter. Como ella misma decía «la innovación es a menudo la capacidad de llegar al pasado y recuperar lo que es bueno. Lo que es hermoso, lo que es útil, lo que es duradero».

Durante más de 40 años fue la First Lady de la decoración americana. Los Astor, los Rockefeller, los Vanderbildt –y en una época los Kennedy– fueron alguno de sus fans: ninguna gran familia movía un jarrón o cambiaba la funda de un sofá sin consultar el oráculo de la Hermana Parish.

Suyo fue el reino del old-country inglés, de los interiores vintage-luxe, de un estilo abarrotado y vivido que ahora empieza a recuperar la decoración actual.

PAPEL DE RAYAS

Se casó con Henry Parish a los 19 años. Liberó sus instintos decorativos en su primera casa: empapeló con rayas. Tapizar con fundas de colchón, pintó el suelo de rojo cereza y durmió bajo un edredón de tafetán blanco y cenefa con flores. Cautivada por la encantadora casa, sus amigas comenzaron a pedir consejo sobre sus propias casas.

Lo que había comenzado como una diversión se convirtió en una carrera varios años más tarde. El crack del 29 hundió las acciones de los Parish y decidió entonces hacer un intento profesional en el campo de la decoración.

 

“Era una joven inexperta que no había abierto nunca una ventana o servido un vaso de agua”, recuerda en sus memorias. Fue un acierto: pocos años después estaba en la cima. ¿Cuál era el secreto? Los ingredientes, usados repetidamente: suelos pintados, mueble inglés y francés (también pintado).

Flashes de colores temerarios, capas y capas de chintz con flores de Colefax & Fowler. Mantas de crochet y cojines de petit-point, tapices Aubusson y alfombras hechas con trapos, sillas de mimbre blanco, edredones de patchwork.

LA CASA BLANCA, UN SALÓN AMARILLLO

En 1960, la propia Jacqueline Kennedy le encargó decorar su nueva residencia: la Casa Blanca. Pero las damas no se llevaron bien y Sister fue despedida –cuentan– al regañar a la pequeña Caroline por subirse al sofá con zapatos.

Parece cierto: Sister era mordaz e impaciente, tan brillante como fulminante. No hay más que estudiar su método: al empezar un proyecto. Acostumbraba a empujar un carrito por la casa, con paso firme, e iba apilando allí lo que no pasaba el corte. Nada –ni sus intimidados clientes– la detenía.

Su trabajo sigue siendo sin duda una influencia para los profesionales de la decoración. Ese ha sido su legado.